jueves, 11 de mayo de 2017

Queda la noche

Resultado de imagen de queda la nocheQueda la noche, de Soledad Puértolas, obtuvo el Premio Planeta en 1989. Ya sólo la lectura de la contraportada es una garantía, un preámbulo de la maravillosa historia que aguarda en su interior, y es que pocas veces he visto un resumen tan bien hecho, que exprese tan bien la esencia de la novela.

Un verano Aurora decide viajar a Delhi, donde comienza todo, intentando escapar del vacío de su vida como el que avanza más por huir que por convicción. A pesar de su tristeza por el regreso, todos los recuerdos de su estancia, las personas que conoció, todo vuelve, la historia se repite... Ese viaje desencadenará una serie de acontecimientos, personajes relacionadas entre sí que harán creer a la protagonista que ya todo lo que le sucede está programado, y ella solo puede dejar que la vida continúe, que siga dando vueltas, muchas vueltas, sorprendiéndola una vez más. 

El estilo que tiene la autora para escribir es definitivamente uno de los puntos fuertes de la novela. Es un lenguaje que hace fáciles de entender las historias más enrevesadas, guiándonos a través de largas cadenas de casualidades para sumergirnos de lleno en el mundo de Aurora. Convierte en poesía los pensamientos, las reflexiones, los atardeceres, y al final hace que todo acabe conectando, que todo tenga un sentido, que el recorrido no haya sido en vano, que siempre hay esperanzas, que todavía quede la noche.

"Hombres nostálgicos, que recordarían siempre, de vuelta a la patria, los días, los años, que pasaron en aquel país exótico que los rodeaba y del que percibían, desde su encierro y su refugio, los ruidos, los olores, y en el que probaron nuevos sabores y donde sus pupilas se llenaron de los colores vivos del exterior que se filtraba hasta ellos; y donde acaso alguna vez conocieron algo más, algo que les sacudió hasta el fondo."

De ratones y hombres

Resultado de imagen de de ratones y hombres De ratones y hombres es una novela publicada en 1937 y escrita por John Steinbeck, premio Nobel de literatura. La historia trata de dos jornaleros, George y Lennie, que durante la Gran Depresión que EEUU sufrió en los años 20, intentan buscar trabajo en un rancho. Su sueño es reunir el dinero suficiente para poder comprar sus propios terrenos donde llevar una vida libre de patronos.

George es inteligente, la cabeza pensante, mientras que Lennie, que presenta una deficiencia mental, sigue ciegamente sus órdenes. A pesar de sus grandes diferencias, los dos se tienen mucho aprecio y son prácticamente inseparables; han aprendido a respetarse y a convivir juntos y les resultaría muy difícil vivir el uno sin el otro, aunque George amenace con dejarle cuando Lennie hace algo mal, y este último, al sentirse despreciado diga que se irá a las montañas, donde no pueda molestar a nadie. Y es que, el valor de la amistad es uno de los temas principales de la obra.

También hay una importante crítica a la explotación de los jornaleros en aquella época, trabajando de sol a sol unas tierras que no les pertenecían a cambio de un salario ridículo y con unas condiciones de vida lamentables. Otro tema es la ideología machista y la discriminación, el desprecio con el que se trataba a las personas negras, consideradas inferiores. Aunque hace ochenta años que se escribió, lamentablemente estas denuncias son fácilmente extrapolables a muchas situaciones que se dan hoy en día.  

El lenguaje es muy fluido y sencillo, y se incluyen muchas descripciones y diálogos, por lo que resulta fácil de leer. Todo ello sumado a la inmensa ternura que despiertan algunos personajes, los temas que trata y un final completamente inesperado y sorprendente hace que no sea de extrañar que se trate de una lectura obligatoria en muchos institutos estadounidenses.

 "Los libros no sirven. Un hombre necesita a alguien, alguien que esté cerca. Uno se vuelve loco si no tiene a nadie."

martes, 28 de febrero de 2017

El retrato de Dorian Gray


Resultado de imagen de el retrato de dorian gray libroEl retrato de Dorian Gray, publicada en 1890 por Oscar Wilde, es una obra que desde siempre ha suscitado una gran controversia. Duramente reprochada y tachada de inmoral por muchos de los críticos de su época, mientras que otros la consideran un clásico, una obra de arte. Yo me inclino más por la idea de una novela brillante. Una cosa es segura: no deja a nadie indiferente.

La trama es muy conocida: el retrato de Dorian Gray sería el que envejecería y él permanecería eternamente joven y cuando llegara el invierno para el cuadro, él aún se mantendría donde la primavera tiembla al borde del verano. Lo verdaderamente fascinante y sorprendente de esta obra son las numerosas reflexiones y los diálogos, fruto de la avanzada y asombrosa mentalidad que Wilde, gran conocedor del crisol de pasión y sufrimiento que es la vida humana, tenía para su época.

A pesar de la aparente inmoralidad de los personajes, de unos principios que dan mucho de lo que hablar y unos actos aún más despreciables si cabe, detrás de todo eso hay cierta belleza, pensamientos muy profundos en los razonamientos más superficiales, hay mucho sobre lo que pensar, mucho de lo que aprender. Al fin y al cabo a mi parecer se trata de una obra que, muy lejos de empujarnos a cometer los mismos errores que su protagonista,  trata de impedirnos caer en ellos.

Bien es verdad que en algunos momentos se me ha hecho difícil de leer, creo que porque me resulta complicado entender unas opiniones y una forma de actuar y de entender la vida tan distinta a la mía, aunque desde luego merece la pena su lectura.

" –Lo escribiré en mi diario esta noche.
+ ¿El qué?
– Que a quien se quema le gusta el fuego.
+ Yo ni siquera estoy chamuscada. Mis alas están intanctas.
– Las usas para todo, excepto para volar."

La campana de cristal

Resultado de imagen de la campana de cristal“Porque donde quiera que estuviera sentada – en la cubierta de un barco o en la terraza de un café en París o en Bangkok – estaría sentada bajo la misma campana de cristal, agitándome en mi propio aire viciado.”

Escrita por Sylvia Plath y publicada en 1963, La campana de cristal es una novela muy rompedora, especialmente teniendo en cuanta la época en la que se escribió, ya que trata sobre una enfermedad mental grave. De hecho, si leemos con más profundidad y conocemos de antemano a su autora, no tardaremos en darnos cuenta de que es en cierta forma una autobiografía. A través de la protagonista, Sylvia Plath expresa sus propios problemas, ese desajuste que había tenido siempre y que le hacía sentirse tan vacía, tan incomprendida, tan sola.

La novela trata de la vida de Esther Greenwood, una joven con un prometedor y brillante futuro  que viaja a Nueva York tras ser una de las afortunadas ganadoras del concurso de una revista. Pero ella está muy lejos de sentirse afortunada,  (...) Tenía que estar tan emocionada como la mayoría de las demás chicas, pero no lograba reaccionar. Me sentía muy tranquila y muy vacía, como debe de sentirse el ojo de un tornado que se mueve con ruido sordo en medio del estrépito circundante.

La narración en primera persona de los acontecimientos que irán sucediéndose nos hará adentrarnos de lleno en su mente, conduciéndonos por su laberinto personal para conocer más de cerca cómo funcionaban sus pensamientos, cómo se desmoronaba su mundo dejando al descubierto el caos que siempre había estado ahí.

Quizás fue porque tuve que empaparme de la vida de la autora para realizar un trabajo o quizás es la forma tan seca que tiene de exponer la realidad, tan desnuda, por lo que la historia me resultó realmente dura y triste. 


lunes, 28 de noviembre de 2016

Doce cuentos peregrinos

Resultado de imagen de doce cuentos peregrinosGabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura, mundialmente conocido por sus Cien años de soledad, demuestra una vez más, con Doce cuentos peregrinos, que es una de esas personas con la maravillosa y poco frecuente capacidad de transformar en arte las cosas más normales, de encontrar belleza en los pequeños detalles que normalmente pasamos por alto.

Recuerdos, memorias, retazos del día a día, historias sorprendentes y extraordinarias en las que se mezclan la imaginación y la realidad, narradas con una sencillez cotidiana que te hace creer que todo lo que dice es verdad, que cualquier cosa es posible. La forma que tiene el autor de plasmar todo esto en el papel hace que, en conjunto, los relatos rebosen ternura, humanidad, melancolía y emociones varias que acompañan al lector desde el prólogo hasta el último cuento.
 En poco menos de doscientas páginas el autor nos presenta una serie de personajes que van y vienen, enredándose unos con otros, moviéndose con soltura entre un perfecto caos: Una mujer que se alquila para soñar, unos niños que inundan con luz un piso en el centro de Madrid, unos recién casados que viajan en coche hacia París dejando un rastro de sangre en la nieve…

El avión de la bella durmiente ha sido uno de mis favoritos. Es muy breve, pero no necesita una palabra más para describirnos a la perfección la sensación que dejan esas personas, esos completos desconocidos que se cruzan por casualidad en nuestras vidas y que nos asombran durante unos segundos, pongamos en este caso en un aeropuerto de París, en un avión que cruza el Atlántico con destino a Nueva York, allá por junio del 82.

A modo de disculpa le pregunté si creía en los amores a primera vista. “Claro que sí”, me dijo. “Los imposibles son los otros”.

sábado, 22 de octubre de 2016

Seda

“De vez en cuando, en los días de viento, Hervé Joncour bajaba hasta el lago y se pasaba horas mirándolo, puesto que dibujado en el agua le parecía ver el inexplicable espectáculo, leve, que había sido su vida.

Seda, como muy bien indica su título, es una novela ligera y sencilla, pero a la vez brillante, suave, elegante. Trata de amor pero no el tipo de romance que estamos acostumbrados a leer. Trata de lo que somos capaces de hacer movidos por nuestros sentimientos, trata de insatisfacción y melancolía, deseo y esperanza. Trata de lo que podemos perder por arriesgarnos y también de los riesgos de dejar pasar la oportunidad.

La trama es muy simple: Hervé Jancour vive en un pueblecito de la Francia de mediados del s.XIX y se dedica a comprar y vender gusanos de seda. Tiene un trabajo estable, una buena posición económica, y el amor de su mujer, que es incondicional y sin sorpresas; Tenía la inatacable serenidad de los hombres que se sienten en su lugar. Y es que Hervé es una de esas personas que se limitan a contemplar  su propia vida como si fuera ajena, como el que está viendo llover a través de la ventana, neutral, indiferente ante su propio destino, sin mayores aspiraciones que el mantener esa monotonía.

Pero si no hubiera pasado nada y la vida de nuestro protagonista hubiera seguido esa "infeliz" rutina, no habría historia que contar.

Un año, una epidemia acaba con todos los huevos de larvas de gusano, y se decide que sea Hervé el que emprenda un viaje a Japón para conseguir larvas libres de la enfermedad. ¿Y en dónde queda, exactamente, ese tal Japón? -Siempre derecho hacia allá. Hasta el fin del mundo. Será allí donde, sin que él sea realmente consciente, conocerá a una mujer que hará que su vida cambie completamente.

lunes, 30 de mayo de 2016

Continuará

Por mí y por todos mis compañeros.

Me falta tiempo, me falta tiempo por todas partes. Tiempo para estudiar todos los exámenes que se han concentrado en las dos semanas que nos quedan hasta las evaluaciones. Tiempo para agradecer todas las cosas buenas que me han pasado en este curso. Tiempo para despedir, tiempo para poder tocar el verano, aunque sea con las puntas de los dedos.

¿Te acuerdas cuando el tiempo parecía no avanzar a principios de febrero, o el lunes a primera, o el viernes a última, o cuando el profesor se retrasaba justo antes del examen? Que inconscientes somos cuando estamos sujetos a la rutina, no nos damos cuenta de que el tiempo pasa. Y muy rápido.

No es hasta que me paré a pensar y a hacer inventario cuando me di cuenta de que, en mi mente, estos cuatro años de instituto parecen una recopilación de fragmentos de locura y felicidad a cámara rápida. Claro que no ha sido el musical lleno de fiestas y de apuntes volando por los aires que prometían las películas de Disney, pero quizás  ha sido mejor.  (Por desgracia creo que no todos saben apreciar lo afortunados que somos de poder ir a clase, algunos lo ven como un deber y no se dan cuenta de que hay niños en otras partes del mundo que desearían ocupar el asiento que ellos se limitan a calentar.)

Tengo pilas de abultados cuadernos saturados de tinta y hojas sueltas, y libros de texto con las esquinas redondeadas de tanto pasar páginas, y agendas manoseadas y llenas de historias, de deberes, de fechas de exámenes, de frases de los profesores.  Pero tengo, y esto es lo más importante, muchas de ganas de seguir aprendiendo, de seguir madurado, de seguir descubriendo,  de comerme el mundo. Y eso se lo tengo que agradecer a todos los profesores que me han dado clase, desde 1º de infantil a 4º de la ESO, y que se han esforzado por inculcarme no sólo sus conocimientos sino también sus valores , creo les debo parte de lo que ahora soy. 

Y gracias también a tres personas con las que, hace poco tiempo, comencé un blog.


                                                                                                                              María Moya